Cinco años y cuatro operaciones de espalda después de ganar su título número 79 del PGA Tour en el WGC-Bridgestone Invitational de 2013, Tiger Woods ha conquistado el número 80 ayer domingo imponiéndose de principio a fin el Tour Championship en el East Lake Golf Club, en Atlanta (EE.UU.).
Y lo ha hecho de forma espectacular, en un baño de masas, rodeado de miles de aficionados deseosos verle regresar a la cima del golf mundial. Con una tarjeta de 71, un total de 269 golpes y 11 bajo par, terminaba dos golpes mejor que Billy Horschel, y se sitúa a dos victorias de alcanzar al líder de todos los tiempos, Sam Snead, que logró 82 en su carrera en el PGA Tour.
En sus mejores tiempos estuvo 683 semanas como golfista Nº1 del mundo. A fines del año pasado, Tiger estaba en el Nº1.999 del Ranking Oficial Mundial de Golf y muchos lo descartaban. Su ascenso meteórico le coloca ahora en el Nº13.
«Sencillamente no me puedo creer lograr esto», decía Tiger Woods después de culminar uno de los mejores regresos en la historia del deporte. «Ha sido duro. He tenido unos no tan fáciles últimos dos años». Cuando se le preguntó por dónde clasificaría esta victoria, Woods respondió: «Sin duda está allá arriba. No sabía si esto volvería a pasar alguna vez».
Con 42 años ha cambiado su swing, ha modificado su bolsa de palos y ha vuelto a aprender a jugar bajo presión entre los mejores golfistas del mundo. Después de sus lesiones, y ya libre de dolor, el pasado febrero regresaba a la competición con pocas expectativas.
«A medida que avanzaba el año, demostré que podía jugar», dijo el americano, que obtuvo siete Top-10 en 18 salidas.
Y ahora, clasificado para los playoffs de la FedExCup 2018, por primera vez desde 2013, Woods llegó a East Lake con la ambición de ganar la FedExCup por tercera vez y llevarse los 10 millones de dólares en juego. No ha podido ser porque Justin Rose, cuarto, ha sido más consistente durante la temporada, pero volver a verle ganar es un hecho histórico no sólo para Tiger, sino para todo el golf mundial.